jueves, 13 de agosto de 2009

Espárragos "cojonudos" templados

¡Cielos! Mes y medio de mano caída. Muchos han sido los cambios. Dejé de contaros el trasplante del arroz. De cómo me metí en el fango hasta la pantorrilla y trasplanté, una a una, las pequeñas plantitas de arroz sumergiéndolas en el fango; disfruté. Para mí fue un día de vacación; no para las diez mujeres que vinieron del pueblo a trabajar esos días, diez horas diarias, diez días, al sol, con poco descanso.
En la granja esta vez estuve 12 días y ahí cerré y regresé a Delhi. Harta, saturada, incapaz de escribir más.
En Delhi lo tomé con más calma. Sus más de 40º no invitaban a otra cosa. Últimas reuniones en Navdanya; esclarecedoras, preocupantes... Viaje a Agra de 24 horas... no podía regresar sin mi foto en el Taj Mahal, donde me encontré de frente a la que fue mi profesora de hindi en Madrid ¡increíble!
De repente un mail de las líneas aéreas. Mi vuelo Mumbai-Madrid había sido cancelado y traspasado a Delhi. Me alegró, pero decidí mantener mi viaje a Mumbai, aunque iría ligera de equipaje. Allí disfruté horrores. Cerrar donde empecé el año fue lo mejor que me pudo pasar. Isabel, Johny, Mariamma, Vidya, Sampada, Sopeña, Reetha y Lata. Conversaciones, risas, sorpresas, reflexiones compartidas, planes, abrazos... En Mumbai me sentía en mi casa india y me acogió con unos días de monzón suave que permitieron el paseo.
De vuelta a Delhi dos días. En casa de Choiti, mi compañera de piso en Mumbai que estaba estos meses viviendo en Delhi en casa de sus padres ¡Encantadores! Divertidos. También vino Manav, su ex con quien pasamos momentos fantásticos en los días de Mumbai. Hubo cenas, teatro, compras de regalitos, asistí al ensayo de la obra de marionetas que el grupo de Choiti va a representar en Linz en octubre ¡divertidísima! y... una inundación más propia de Mumbai que de Delhi, aunque solo estuve atrapada tres horas.
Sentada en el avión en el aeropuerto de Delhi, a punto de iniciar la carrera de aceleración para despegar, se me cayó alguna lágrima ¡cuanto lo había deseado en las últimas semanas!
En Barajas encendí, después de un año, mi móvil español. Tenía un mensaje de mi sobrino Íñigo "Welcome to Spain"... otra lágrima. Me recibieron mis sobrinos. Nos estrujamos en un gran abrazo. Cena en casa de mi hermano Pablo; cava y ternera en barbacoa ¡los grandes pecados!
Disfruté Madrid como nunca lo había hecho. Paseé sus calles, emocionada por su luz, sus rincones, la vida de sus calles, sus bares de tapas. Mirada de viajero pero con las ventajas de dominar sus callejuelas y rincones.
Y ya en el Valle de Arán; parientes, bosques, lagos y costumbrismo. Manta, chaqueta, botas, vinos, mercadillo, las gentes de siempre.
Hoy comimos varios, reímos a mandíbula batiente, comimos como se hace en esta tierra, y gocé, gocé enormemente de los pequeños placeres de estos encuentros humanos.
Más tarde, en el restaurante de mi primo Javier "Eth Curné" estaba El Pipa, uno de los viejos taberneros del pueblo; sentado solo; con una botella de vino, una copa llena y... cinco vacías. -¿Y esas, para quién son? -Calla, no preguntes y ya verás. La gente fue llegando, se sentaba, y él les llenaba la copa. Sobre la barra una pizarrita con algo escrito: Espárragos "cojonudos" templados.