





Holi marca oficialmente el comienzo del “verano” y su historia es la siguiente:
Hiranyakashipu, el rey de los demonios, tenía un hijo, Prahlada, que, para horror de su padre, era muy devoto al dios Vishnu. Hiranyakashipu intentó disuadirlo en su devoción por todos los medios pero, al no conseguirlo, tomó la moderada decisión de ¡matarlo! El plan era “perfecto”. Lo sentaría en el regazo de su hermana, la mujer-demonio Holika, y los quemaría en una gran hoguera, pero Holika iría envuelta en un chal milagroso que la haría invulnerable al fuego… Cosas de las mitologías, una vez prendida la hoguera, el chal voló, dejando desprotegida a Holika y cubriendo a Prahlada, lo que le salvó de tan cruenta muerte; su tía Holika por el contrario murió quemada.
La noche anterior a la festividad de Holi (este año el 10 de marzo) se conmemora la muerte en la hoguera de Holika y la milagrosa supervivencia de Prahlada con grandes hogueras que se pueden ver por toda la ciudad. Al día siguiente, el júbilo estalla a base de lanzarse unos a otros polvos de colores y globos llenos de aguas coloreadas.
En Holi, como en nuestro carnaval, desaparecen las distinciones de clase y casta. Todo vale, todos se mezclan, y las hormonas campana a sus anchas…
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