martes, 28 de octubre de 2008

Diwali

Ayer fue Diwali, que por entendernos, es la fiesta que equivale a nuestras navidades. El día no es fijo, sino que lo determina la luna nueva de finales de octubre, primeros de noviembre; este año tocó el 28 de octubre. Diwali es el festival de las luces. Se celebra el retorno triunfal de Rama y Sita a Ayodhya (una de las siete ciudades santas de la India) cuando el pueblo les acogió con júbilo llenando la ciudad de lamparillas. También es la fiesta en honor a Laxmi, la diosa de la abundancia. Para este día las casas se limpian a fondo y se pintan para que Laxmi les visite. Se ponen lamparillas o velitas en los umbrales de las puestas de las habitaciones, en los balcones y terrazas. Durante toda la tarde y noche, se tiran petardo, cohetes y fuegos artificiales. Los comerciantes tradicionalmente solían comenzar un nuevo libro de cuentas y los artesanos hacían una puja (ceremonia) para bendecir sus instrumentos de trabajo. En la actualidad hay mucha gente que, por aquello de la venida de la fortuna, juega a juegos de azar. Esta fiesta, como en occidente, se ha comercializado bastante.

Mi Diwali fue fantástico. A medio día me fui a comer a casa de Sampada ¿os acordáis? os escribí sobre ella. Es una de las trabajadoras sociales de Creative Handicrafts y vive en una casa de unos ocho metros cuadrados con su marido y sus dos hijos, de 6 y 11 años. Comimos como se debe comer: arroz, dahl (lentejas) y chapati (pan sin levadura). La gente del slum se iba asomando a cotillear. La presencia de una "blanquita" en casa de alguien despierta la sospecha de que esa persona le está sacando dinero, que es como se identifica este color de piel nuestro. Sampada se ríe de todo eso. Me cuenta que incluso han ido a pedirle dinero para comprar una casa porque piensan que los voluntarios que la visitamos le estamos dando mucho dinero; ella ríe.

Por la noche fue muy divertido. Todos los balcones de todas las casas estaban coloreados con luces y velas. La gente en la calle tirando toneladas y toneladas de petardos, cohetes y fuegos artificiales por todos lados (incluido el medio de las calles entre el tráfico). Choity llegó a casa entusiasmada

- ¡encendamos las velas!

llenamos el balcón, las ventanas, cada umbral de cada puerta. Una amiga por la tarde había hecho unos dibujos en el suelo de la entrada, rangolis. Las casa quedó espectacular. La sorpresa es que una vez que todo estaba precioso...

- ¡vamos a casa de Manav (el novio) a encenderle las velas!

total que dejamos todas las luces y velas encendidas, ventanas abiertas y nos fuimos; to decidí dejarme llevar... a ver. En casa de Manav hicimos lo mismo, con risas y cantando. Cuando terminamos, llamamos a Usman; otro amigo. Un whyskito -suavito- para empezar la noche y nos fuimos a cenar fuera. Usman tenía una moto, así que me subí detrás y ¡rumbo a Dabha!. El viaje, por supuesto sin casco, fue como para recordar. Íbamos esquivando petardos y cohetes, mientras veíamos fuegos artificiales por todos lados. Fue un tanto mágico o subrealista. El restaurante genial, divertido, a tope. La noche termi con paseíto, risas, alguna canción de los dos mozos y... a dormir con tapones.

Esta mañana a las siete de la mañana, despertador con petardos.

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