jueves, 15 de enero de 2009

Los huérfanos de Vidarbha

El domingo salió una noticia en el periódico DNA de Mumbai ( http://epaper.dnaindia.com/epapermain.aspx?edorsup=Main&queryed=20&querypage=1&boxid=31360940&parentid=83903&eddate=01/11/2009) en la que se hablaba de los huérfanos de Vidarbha. Hijos de esos hombres que se bebieron un litro del pesticida que les mató en vida. De herencia, les dejaron la responsabilidad de sacar adelante una granja envenenada, pagar sus deudas y cuidar de sus familias.

Y llegado el tiempo de la cosecha, Ganesh - un chaval de apenas 13 años- no tiene tiempo para sí mismo. Hay que recoger la cosecha, almacenarla, preparar los campos para la próxima siembra, alimentar al ganado, y una larga lista de tareas que lo ocupan desde antes del amanecer hasta que cae rendido por la noche. A esto se suman las obligaciones sociales, como viajar al centro de venta del algodón, donde seguramente tendrá que pasar la noche; atender las tareas domésticas; traer la ración diaria a su familia y ayudar a su madre, ya mayor, a limpiar la casa. Entre todo este ajetreo, si encuentra tiempo, va a la escuela. Ganesh “cursa” 8º grado (2º de la ESO) y pertenece al creciente número de niños agricultores en Vidarbha obligados a una vida adulta prematura. Miles de niños de su edad en el "Cinturón del Suicidio" de Vidarbha están sufriendo en silencio un fuerte trauma emocional, físico y social en los que deberían ser sus años de formación y juego. Quienes estudian la crisis agraria, no han entendido en profundidad el impacto que está teniendo sobre estos niños. Muchos de ellos, que han quedado sin alfabetizar, acaban trabajando de mano de obra barata bajo condiciones infrahumanas. Según la National Commission for Protection of Child Rights (NCPCR), en India son ya unos 300.000 niños los que trabajan en estas condiciones.

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